El Magisterio de la Iglesia es fuente inagotable de enseñanzas marianas. Los sucesores de Pedro, aportan una excelente doctrina sobre la Santísima Virgen: expresan el sentir de la Iglesia y lo corroboran con su autoridad. Y los concilios ecuménicos, desde el Concilio de Nicea hasta el Vaticano II, ratifican lo que la Iglesia de Cristo cree y enseña sobre María.