En una época en la que las mujeres podían hacer muy pocas cosas, Juana de Arco reunió a unos oficiales derrotados y a un ejército desalentado y les condujo a la victoria, instauró a un débil y desesperado príncipe en el trono que le correspondía y se hizo poco a poco claro para la Iglesia y para el pueblo que Juana decía la verdad cuando afirmaba que había sido enviada por Dios.