La autora nos presenta un volumen de gran calado espiritual, de una extrordinaria agudeza teologica, literaria e historica y de una inigualable belleza y elegancia discursiva.
Palabras que sirven para explicarse un dolor, para encontrarle un sentido. Ni losofía, ni psicología, ni literatura. Palabras cargadas de afecto, de símbolos universales, de amor y esperanza.
La vocación sacerdotal es una forma de vida difícil de realizar. Mantenerse en su ejercicio a lo largo de los años requiere de una firmeza en las convicciones, de una voluntad persistente y de una conciencia bien orientada hacia el fin último.
El libro consta de tres partes diferentes pero interconectadas: la precisión y la puesta en común de los conceptos utilizados, la identificación de algunos problemas emergentes y, finalmente, la presentación de dinámicas y juegos que fueron creados especialmente por los autores.
En esta obra, el autor nos hace ver que la misión de testimoniar al Señor en el mundo actual es demasiado importante como para tomar a la ligera las obligaciones de la vida consagrada. La persona consagrada está destinada a ir más allá de su propia vida personal de familia, amigos e intereses.
A traves de esta reflexion queremos acompañar a Juan Pablo II y ahondar en su meditacion sobre la vocacion unica de la mujer en dos de sus dimensiones maternidad y virginidad.
El autor describe en la primera parte los principales rasgos de la decadencia presente en nuestro mundo. La segunda parte está dedicada a la esperanza; porque por encima de lo más negro de la noche hay siempre una sobreabundancia de estrellas.
El presente documento es el fruto de un trabajo intenso que maduró en las jornadas fraternas de Medellín, donde el Espíritu de Dios hizo patente su acción.
Toda vida es un proceso dinámico. Supone crecimieno, maduración, interacciones. Avances, descansos y retrocesos. Por eso la vida siempre ha sido comparada a un camino.