Muchos de nuestros contemporáneos se han distanciado de la religión por creerla reducida a unas prácticas externas sin relación con sus aspiraciones más elevadas.
En este libro se hace una apuesta por la ética civil como instrumento teórico para plantear y solucionar los problemas morales de la hora presente. Esta opción no se opone a la moral cristiana sino que puede ser
Dios es una realidad personal, viva, presente. No es una doctrina, ni un ser distante. Es el que llama a cada uno por su nombre y lo ama como hijo suyo. No es un tratado de sublimidades, sino Aquel que ha descubierto su rostro ante nosotros. Todo es inspiración y gracia, moción del Espíritu que conduce siempre hacia la fuente del bien.