La filosofía de san Agustín brota de su vida personal como el agua de la fuente y, por ello, la comprensión adecuada de sus ideas requiere el conocimiento previo de su historia personal. Sus ideas y su vida forman un todo vital íntimamente trabado.
La presente obra arranca de una convicción: la reflexión filosófica no transcurre en el clima aséptico de una aislada campana de cristal, ni en las alturas incontaminadas de cualquier figurada estratosfera
Que la vida y el pensamiento del filósofo estadounidense John Dewey (1859-1952) sigan hoy sorprendiendo no es extraño en un momento en que los intelectuales han renunciado a sus tareas públicas y educativas.