En la Biblia, el Espíritu Santo es el Consolador, la fuerza de lo alto que viene en auxilio de nuestras debilidades. Para nosotros, que somos frágiles, que nos vemos obligados a enfrentarnos a tantos combates y que nos desviamos muy fácilmente, su asistencia no debe ser un lujo; sino, más bien, en un elemento esencial de nuestra vida cristiana.
La mejor teología del siglo XX se ha hecho a partir del contacto con las fuentes, en particular las patrísticas. A este conocimiento de primera mano de los Padres, Hugo Rahner sumaba su experiencia pastoral en parroquias y otras actividades apostólicas.
Para aquellos que sienten la insatisfacción, algo que desean sanar, recuperar o simplemente olvidar, encontrarán aquí una ayuda segura y firme que propone un reencuentro con Dios y contigo mismo.
¿Cómo recuperar la paz cuando la hemos perdido? En este pequeño libro el autor sugiere 9 días de oración confiada, humildad y perdón, aceptación de uno mismo y deseos de vivir en el instante presente.
La sensación de que la Iglesia debe renovarse es una constante a lo largo de su historia, pues en su vida concreta no reproduce de manera exacta el ideal evangélico y tampoco está en total sintonía con el mundo en el que vive.
En lo cotidiano y en lo sencillo de cada día o en las lejanas tierras donde están los pobres; en el silencio del monasterio contemplativo o en la catequesis y predicación de nuestras iglesias..
Con este libro pretendemos que el lector se atreva a emprender la “aventura de la vida” en el seno de una familia y a preguntarse una y otra vez acerca de los diversos “tramos del camino” y los desafíos de la vida familiar.
W. E. Simon Jr. se preguntaba por qué había parroquias católicas en Estados Unidos que crecían y conseguían llegar a nuevos fieles y otras que no. Así, en 2012 y 2013, él y su equipo decidieron estudiar 244 parroquias católicas «vibrantes» con el fin de saber qué las hacía excepcionales. El estudio, cuyo inte - resante desarrollo y su sorprendente resultado se recogen en este libro, permitió descubrir que todas esas grandes parroquias compartían cuatro prácticas fundamentales que conducían a un profundo sentido de pertenencia dentro de sus comunidades parro quiales y un compromiso cada vez más profundo con el discipulado.