El monte se nos presenta como una realidad tremenda y fascinante. Su espesura nos obliga a la humildad, al respeto, a la reverencia. Su fuerza salvaje inspira miedo y precaución. Su riqueza escondida atrae y fascina, en originales sabores, en variadas especies animales y vegetales, en sus múltiples matices. En el monte no hay muchos caminos trazados. Se va haciendo camino al andar. Dios me viene enseñando, desde su presencia en el monte, que la vida se transita despacio y sin prisas, con humildad y respeto, en puntas de pie, dejando a un lado toda ansia de conquista, control y explotación. En este libro, el padre Juan Ignacio Liébana recoge diversas experiencias de búsquedas y despertar en los lectores la sed de cielo latente en sus adentros.